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Foto del escritorEdu Torres

Senderismo en los puentes colgantes de Chulilla

Actualizado: 9 ene 2021


Una de nuestras actividades favoritas para desconectar de la rutina semanal es hacer escapadas rurales de fin de semana. Gracias a esto, vamos descubriendo poco a poco lugares singulares de los alrededores de Valencia.


Mucho habíamos oído hablar sobre la ruta de senderismo de los puentes colgantes de Chulilla, que recorre gran parte del cañón formado por el río Turia en los alrededores del pantano de Loriguilla, así que decidimos reservar una casa rural cerca de allí, dispuestos a pasar un día de tranquilidad y naturaleza.


Una de las grandes ventajas es que Chulilla está a escasos 50 minutos en coche de nuestra casa. Así que salimos temprano, con la ropa de caminar puesta y las mochilas cargadas con lo poco necesario para nuestra "mini-aventura" en la comarca de Los Serranos.


Debido a la alta afluencia de visitantes, Chulilla cuenta con varias zonas de aparcamiento en los alrededores del punto inicial de la ruta, así que pudimos dejar el coche muy cerca del cartel que indicaba el comienzo, en el Parking 2. El primer kilómetro del sendero es una toma de contacto con el terreno, en el que ya se deja ver parte del barranco formado por el agua del río.


Poco después de superar este primer tramo se cruza el Turia por una zona de piedras para comenzar a caminar por el lado opuesto del barranco. Antes de alcanzar el segundo kilómetro llega la zona más conocida del camino, los dos puentes colgantes, desde los que se puede disfrutar de unas preciosas vistas sobre el río. Es la zona más atractiva, por lo que es complicado encontrar un momento para hacerse una foto sin que salga alguien más de fondo. Con algo de paciencia, nosotros lo conseguimos.


Desde el segundo hasta el cuarto kilómetro, el sendero discurre por la parte baja del cañón, a la orilla del río, sobre un terreno arenoso rodeado de una vegetación muy diferente a la del resto del camino, debido a la mayor humedad. Es ésta la zona que más nos gustó, por la sensación de caminar atrapados entre paredes de roca, muy propicias para la práctica de la escalada. Nos llamó la atención la diferencia de temperatura entre esta zona baja, mucho más fría, y la parte superior del barranco.


Este sector finaliza con la llegada a la presa del embalse de Loriguilla, que se cruza por una pasarela, y que da pie al inicio de la subida al punto más elevado de la ruta. Este ascenso comienza con un tramo de unos 1.000 metros de asfalto, con espectaculares panorámicas del cañón. A continuación se produce un cambio brusco a un terreno más pedregoso, que bordea el embalse y se alarga hasta el octavo kilómetro, donde se alcanzan alrededor de 500 metros por encima del nivel del mar. El ascenso es suave y bastante llevadero, por lo que nos permitió disfrutar de las vistas y la conversación sin demasiados esfuerzos.


A partir de aquí se inicia un entretenido descenso que se alarga durante unos 2.000 metros. Es perfecto para los amantes del trail running, ya que transita por un estrecho sendero rodeado de árboles y vegetación baja. Justo al final hay un desvío que cruza un barranco en dirección a unas pinturas rupestres. Están situadas en un entrante en la montaña, en una zona elevada a la que se accede bordeando una enorme roca para posteriormente subir unas escaleras de madera. La subida, que tiene un puntito de complejidad, nos resultó casi más divertida que las propias pinturas.


Desde este punto hasta llegar a Chulilla nos esperaba una parte del camino que, debido al inesperado calor que sufrimos, pese a estar en pleno invierno (hasta 25ºC), se nos hizo un poco más dura. Tras 3 kilómetros, vislumbramos por fin el pueblo, y completamos la ruta explorando sus numerosos callejones de casas pintadas de blanco.


Es desde luego una de las mejores rutas de senderismo que hemos podido hacer en la provincia de Valencia.



CARNAVAL


Tras descansar un rato en la Casa Rural La Aldea, unos preciosos apartamentos individuales muy bien equipados en el pequeño pueblo de Calles, volvimos a Chulilla, ya que esa tarde se celebraba allí el Carnaval.


Pasamos unas horas alrededor de la hoguera que se encendió en el centro de la plaza principal, disfrutando del buen ambiente del desfile de disfraces y del chocolate caliente con reguiño, dulce típico local, que se servía a todos los asistentes.


En el momento en que la luz del día comenzó a caer, decidimos dar una vuelta por el pueblo, atraídos por las luces artificiales que iban iluminando los puntos más representativos. Atravesamos la plaza de la iglesia y dimos un paseo casi a oscuras hasta lo más alto de la muralla, desde donde escuchábamos la música y el jolgorio que acompañaban a la fiesta en la plaza principal. Las vistas desde allí arriba a esta hora del día nos parecieron encantadoras.


CENA EN "LA ALDEA"


Regresamos a Calles, donde habíamos reservado la cena en el restaurante contiguo a la casa rural, de los mismos dueños. Nos quedamos encantados con el menú degustación que nos ofrecieron, compuesto de 6 platos variados, entre los que destacó la tosta de sardina ahumada con queso de cabra y las alcachofas en tempura. Además, el servicio y el ambiente en el restaurante fueron excelentes. Lo recomendamos a todo aquel que se pase por la zona.


A la mañana siguiente desayunamos al sol en unos bancos de madera del jardín exterior de la casa, y regresamos a Valencia, poco más de 24 horas después de haber salido de casa, pero con las pilas completamente cargadas tras un fin de semana sensacional.

 
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