El turismo rural es para nosotros una forma perfecta de salir de la rutina, conocer lugares cercanos y conectar con la naturaleza a través de actividades como el senderismo. En la Comunidad Valenciana hay multitud de destinos rurales maravillosos, algunos de los cuales ya hemos ido descubriendo a lo largo de los últimos años.
¿Te gustaría escaparte un fin de semana y disfrutar de un entorno tranquilo o hacer una ruta de senderismo por la montaña? Aquí van nuestras 9 propuestas en los alrededores de Valencia, organizadas de norte a sur:
MORELLA
Esta población, ubicada al norte de la provincia de Castellón, es la capital de la comarca de Els Ports, y puede presumir de ser una de las más bonitas de la Comunidad Valenciana.
Nosotros la visitamos en marzo, en una época en que el frío del invierno había dejado paso a días más agradables, y se convirtió en uno de nuestros destinos favoritos para una escapada rural de fin de semana.
Conforme nos íbamos acercando con el coche nos iba gustando más la elección, ya que una de las estampas clásicas de Morella es la que, desde lejos, muestra su perfil en lo alto de una colina.
Dentro del propio pueblo nos entretuvimos paseando por sus estrechas calles. Visitamos el Castillo de Morella, el Convento de San Francisco y la Iglesia de Santa María pero, sin duda, nuestro lugar favorito fue la zona de soportales de la calle Blasco de Alagón, un lugar especial, donde además disfrutamos de la gastronomía de la zona llevada a otro nivel por el restaurante Vinatea.
Uno de los motivos que nos llevan a estas poblaciones de la Comunidad Valenciana es la posibilidad de caminar por los senderos rodeados de naturaleza y espacios abiertos. En Morella, si acudes a la Puerta de San Miguel, además de contemplar esta hermosa entrada a la ciudad, podrás preguntar por alguna de las rutas que organizan en el punto de información turística. Nosotros tuvimos suerte y pudimos hacer la ruta guiada hasta las cercanas pinturas rupestres, ubicadas en Morella la Vella.
En los alrededores de Morella hay varias poblaciones que vale la pena visitar, pero entre ellas nos quedamos con Mirambel, ya en la provincia de Teruel, catalogado como uno de los pueblos más bonitos de la península. Allí, sus poco más de 100 habitantes disfrutan de un pueblo en el que parece que se ha detenido el tiempo. Las calles empedradas y las casas antiguas se mantienen bien conservadas dentro de la muralla gracias al compromiso por conservar este patrimonio de valor incalculable.
Pero no fue esta la única ruta que hicimos. El domingo por la mañana nos despertamos temprano para ir andando hasta Chiva desde Morella, una pequeña aldea cercana donde almorzamos como reyes antes de regresar a recoger las cosas y volver a Valencia. El camino, con vegetación cambiante, tuvo su momento álgido cuando pasamos junto a una ganadería, a pocos metros de los toros que nos miraban extrañados. También anduvimos junto a un bonito acueducto medieval.
Para los amantes de la buena y contundente comida, Morella será un destino perfecto. Además de el ya nombrado Vinatea, en La Fonda o en Casa Roque pudimos degustar platos típicos de la gastronomía local como el cordero al horno, la sopa morellana o los platos elaborados con trufa.
RINCÓN DE ADEMUZ
Rodeado por las provincias de Teruel y Cuenca se encuentra el Rincón de Ademuz, un territorio separado físicamente del resto de la provincia de Valencia, pero perteneciente a ella.
Allí acudimos con la idea de escapar del ajetreo de la ciudad y conocer uno de los espacios más desconocidos de nuestra región. Nos alojamos en una casa rural llamada "La Guapeta", en lo alto de Ademuz, la población más importante de la zona.
Desde allí hicimos una ruta de senderismo por uno de los parajes más bonitos que hemos pisado en nuestras aventuras por la Comunidad Valenciana. Y es que los primeros 7 kilómetros de la ruta circulaban en paralelo al río Bohílgues, un pequeño afluente del Turia que nos marcó el camino hasta la población de Vallanca, son realmente preciosos. Este tramo nos hizo creer que estábamos dentro de una frondosa y húmeda selva, muy diferente a lo que pudimos ver en el resto de esta comarca.
De hecho, regresamos por un sendero algo más al sur del río, y nos encontramos con un entorno mucho más árido y seco.
Tras la ruta, cargamos fuerzas con una comida de tapeo en el Bar Pitoches. Quizá echamos algo de menos lugares con una gastronomía más autóctona, pero comimos igualmente a gusto.
El resto del tiempo lo dedicamos a conocer los pueblos con más encanto de los alrededores. Estuvimos tanto en Castielfabib como en Torre Alta. En ambos casos detectamos una marcada despoblación, incluso en algunos momentos nos pareció caminar por pueblos vacíos. Sin embargo, seguimos disfrutando de estos lugares llenos de callejones y construcciones antiguas, y de las bonitas vistas desde lo alto del Castillo de Castielfabib.
Para completar el fin de semana hay varias opciones que valen la pena. Una de ellas es hacer una visita de un día a la cercana ciudad de Teruel. La pequeña capital de provincia es un lugar con mucho encanto, donde además si que encontramos esa gastronomía local que andábamos buscando.
Otra alternativa es subirse a la bici y hacer una ruta desde Ademuz hasta el Collado Calderón o Alto de las Barracas, el techo de la Comunidad Valenciana, a más de 1.800 metros de altura.
SUERAS
Acudimos a esta población de la provincia de Castellón atraídos por la posibilidad de aislarnos lo máximo posible y poder empaparnos de la tranquilidad de estos pequeños pueblos de la Sierra de Espadán, en la Plana Baja.
Tal y como explicamos en un artículo específico para esta escapada rural de fin de semana, encontramos lo que buscábamos, ya que pudimos disfrutar de un entorno natural precioso, prácticamente sin más visitantes que nosotros.
Hicimos una ruta de senderismo que nos llevó a conocer los puntos más históricos de Sueras, como el Castillo de Mauz o la Fuente de Castro, e incluso visitamos el vecino pueblo de Aín, uno de los más bonitos y cuidados de la zona.
En esta misma sierra hay muchas alternativas para los amantes del ciclismo, ya que la subida al Puerto de Eslida desde la Vall de Uxó es una atractiva etapa, ideal para un día de deporte en un entorno privilegiado.
ARAS DE LOS OLMOS / ALPUENTE
La decisión de irnos a pasar un fin de semana a esta población de la comarca de Los Serranos fue totalmente improvisada. Las ganas de escapar del calor y el bullicio de la ciudad nos llevaron a un tranquilo hotel en lo alto de este pueblo, que además en el mes de septiembre no estaba muy lleno de gente.
La realidad es que lo mejor que encontramos en Aras de los Olmos fue la posibilidad de salir directamente a caminar por la montaña, sin necesidad de conducir con el coche hasta ningún punto. Aprovechamos esta opción para hacer una agradable ruta por las montañas cercanas hasta llegar al Mirador del Alto de la Travina.
Pero si algo nos hacía realmente ilusión de estar alojados en esta zona era la posibilidad de visitar tanto Alpuente como La Yesa, dos pueblos a los que Edu había acudido muy a menudo de pequeño por temas familiares, y que hacía mucho tiempo que no visitaba.
La Yesa es una pequeña aldea que, en cierto sentido nos recuerda también al lugar de nacimiento del padre de Anna, Los Corrales de Utiel. Disfrutamos mucho paseando por su calle principal, e incluso nos paramos un rato a tomar algo en el bar del pueblo para sentir su ambiente.
Tras comprar algo de embutido, como solían hacer nuestros padres y abuelos en las excursiones cuando éramos niños, salimos del pueblo en dirección a la Ermita de San Roque, del siglo XVII.
Alpuente, por su parte, es una población en la que sin duda merece la pena hacer un alto en el camino. Deambular por su calle principal, observar las casas del pueblo y las ruinas del antiguo castillo desde los miradores, asomados al barranco, o comer una buena sopa y un plato de embutido local en el Restaurante Victoria convierten este pequeño pueblo en una parada obligatoria.
Unos 2,5 kilómetros al norte de la villa es una gran idea acercarse al Acueducto de los Arcos de Alpuente, construido entre el siglo XVI y XVII, y situado en la carretera que separa esta población de la mencionada La Yesa.
Pocos meses después de esta visita tuvimos la oportunidad de correr un precioso pero agotador trail de montaña por su término municipal, con principio y final en la plaza principal del pueblo. Fue otra magnífica forma de conocer Alpuente y sus alrededores.
Por último, para redondear el fin de semana, hicimos una encantadora y dura ruta alrededor del cercano pantano de Benagéber. Aunque se nos hizo un poco larga debido al calor, fue una gozada caminar bordeando este bonito embalse. Cerca de allí, el pueblo de Titaguas es otra parada recomendable, ya que está repleto de edificios de interés señalizados en su recorrido con pequeñas explicaciones de cada uno de ellos, amenizando el paseo de forma muy original.
CHULILLA
Probablemente sea la ruta de senderismo por los puentes colgantes de Chulilla una de las más famosas de la Comunidad Valenciana. Nosotros no pudimos resistirnos a la curiosidad, y acudimos a esta localidad de la comarca de Los Serranos en un fin de semana de febrero en que el tiempo iba a ser perfecto para disfrutar de la montaña.
La ruta de los puentes colgantes es, ya de por sí, motivo suficiente como para visitar esta zona. El cambiante paisaje, cruzar los puentes, y posteriormente caminar por la parte baja y más húmeda de este cañón del río Turia fue una gran experiencia. Además, si alargas un poco la caminata, puedes tener unas panorámicas preciosas del Embalse de Loriguilla e incluso visitar unas pinturas rupestres perdidas en medio de la naturaleza.
Si a esto le añades que pudimos vivir el carnaval de Chulilla, visitar su bonito castillo, tener unas agradables vistas del cañón desde los puntos más elevados del pueblo y alojarnos en una acogedora casita adjunta al restaurante La Aldea, en la cercana población de Calles, donde además comimos estupendamente, la conclusión es que nos quedó un fin de semana de lo más apañado.
Pero si te apetece saber un poco más sobre cómo organizar esta escapada rural, te invitamos a leer el post publicado para este destino.
AYORA
El frío de principios del mes de diciembre y el fuerte viento no fueron impedimento para que pudiéramos desconectar, relajarnos y disfrutar de un entorno natural frondoso y cambiante y de unas poblaciones cuidadas y abiertas al visitante como las del Valle de Ayora-Cofrentes.
Durante cuatro noches nos alojamos en el corazón de Ayora, la población más grande de la comarca. Sin prácticamente salir de la población ya tuvimos la oportunidad de conocer la cultura y el patrimonio de la zona a través de dos caminatas perfectamente señalizadas, la Ruta del Hilo Rojo y la Ruta del Agua, ambas gestionadas por la Oficina de Turismo de Ayora.
La primera de ellas está basada en la leyenda del hilo de color rojo que dejó una niña para no perderse en su recorrido descubriendo los secretos que escondía Ayora más allá de las paredes del convento en que vivía encerrada. Una bonita forma de enlazar los edificios más representativos de la población.
La segunda ruta, en cambio, nos mostró los puntos relacionados con el abastecimiento de agua, elemento clave en el desarrollo de la ciudad, tanto dentro como fuera del pueblo, con una parada destacada en Fuente Ayora, una preciosa caída de agua.
Y como no, para los amantes de la gastronomía como nosotros siempre es un reto encontrar restaurantes en los que poder probar platos autóctonos y productos de calidad. En Ayora nos quedamos con el Restaurante 77 y el Bar la Tapa. En ambos locales nos sirvieron comida casera de la zona, con una atención excelente.
Pero por supuesto no solamente visitamos Ayora. Dentro de la misma comarca encontramos espacios naturales tan sorprendentes como el Cerro de Agra, del que aprendimos que es el único yacimiento volcánico reciente en la Comunidad Valenciana. Fue una experiencia muy curiosa, ya que cuando llegamos a las cotas más altas del cerro, el tipo de roca cambió de manera radical, y por unos segundos tuvimos la sensación de estar en plenas Islas Canarias.
Muy cerca de allí hicimos una visita guiada al Castillo de Cofrentes, muy cercano a la Central Nuclear y al Embalse de Embarcaderos, donde confluyen los ríos Cabriel y Júcar. La mejor forma de observar este fenómeno es el Mirador de la Era del Chulo, donde además se encuentra uno de los más de 20 murales de cerámica valenciana que representan escenas de la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII.
Por último, en el camino entre Ayora y Cofrentes, merece la pena hacer varias paradas en las pequeñas poblaciones de Jalance, para subir al castillo y observar todo el pueblo desde las alturas, Jarafuel, donde tienen un precioso Parque de Coníferas, o Teresa de Cofrentes, un bonito pueblo de empinados callejones, dominado por una ermita en su punto más elevado.
QUESA / ANNA
El fin de semana que pasamos en Canal de Navarrés fue una sorpresa constante. Esta comarca tiene una riqueza incalculable en cuanto a parajes genuinos, cascadas y piscinas naturales, teniendo en cuenta que el agua brota en este comarca casi por castigo (bendito castigo). Para comenzar, fuimos a relajarnos al Embalse de Escalona, cuya vegetación llega hasta la misma orilla.
Nos alojamos en el Hotel de Montaña La Rocha, en Quesa, en una ubicación tranquila con unas vistas excelentes de los alrededores. Un lugar idílico. En este pueblo, además de visitar sus puntos más importantes y subir a la ermita, hicimos una ruta de senderismo que comenzó en Los Charcos de Quesa, un espacio natural extraordinario, lleno de pequeños lagos de aguas cristalinas.
Aprovechamos el fin de semana para conocer también algunas de las poblaciones de la comarca, como Chella, que cuenta con un precioso salto de agua y un barrio morisco muy interesante, Bolbaite, dominado por su antiguo castillo en proceso de restauración, o Navarrés, cuya subida al calvario, toda pintada de blanco, era algo peculiar.
Para concluir la experiencia, hicimos una ruta por los Gorgos de Anna, descubriendo una zona de piscinas naturales, cascadas y senderos escondidos en un recorrido con continuos cambios de paisaje.
Tras la ruta fuimos a comer arroz al horno, uno de los platos típicos de la zona, antes de descansar un rato en la famosa Albufera de Anna y visitar el Palacio de los Condes de Cervellón, en el que destaca el patio y las salas árabes de la planta baja, todos ellos restaurados por artesanos marroquís en 2007. Un final excelente para un fin de semana perfecto.
Descubre más en el post dedicado a la Canal de Navarrés.
JÁTIVA
Játiva es una de las poblaciones más importantes de la provincia de Valencia, y además cuenta con grandes atractivos turísticos y gastronómicos, por lo que la hemos visitado en varias ocasiones.
Indudablemente, nadie debería irse de allí sin pasar un rato visitando su espectacular castillo, cuya importancia proviene de su ubicación estratégica dentro del recorrido de la Vía Augusta romana. El castillo, dividido en dos partes, ha sido testigo del paso de los musulmanes, la reconquista y multitud de conflictos a lo largo de los siglos.
En la actualidad es una visita obligada para quien quiera empaparse de la historia de Játiva. No hay mejor forma de continuar el día tras conocer el castillo que bajar a alguno de los restaurantes de la ciudad y degustar un exquisito arroz al horno, uno de los platos clásicos de la gastronomía valenciana.
Vale la pena también perderse por las calles más antiguas de la villa, para cruzar la Plaza del Mercado y visitar la Basílica de Santa María. Concluir el día cenando y alojándote en el Hotel Mont Sant será un colofón perfecto para un día en Játiva.
Pero esta ciudad también tiene oferta para aquellos, como nosotros, a los que les gusta caminar por la naturaleza. Y es que el sendero que discurre al sur de la ciudad, en paralelo al río Albaida hasta llegar a la Cova Negra, además de ser muy sencillo y estar perfectamente acondicionado, ofrece unas vistas espectaculares. La ruta se puede completar por el oeste, una zona más boscosa, para hacerla circular y cambiar radicalmente de paisaje.
VALL DE EBO
Esta fue nuestra primera escapada rural juntos, así que le tenemos especial cariño a la zona de la Vall de Ebo, a la que hemos vuelto en algunas ocasiones por su cercanía con Oliva, de dónde es Anna.
Nos alojamos en un apartamento en Vall de Ebo, el pueblo que comparte nombre con el río en el que se encuentra este precioso valle. Desde allí hicimos varias actividades, comenzando por una visita a la Cova del Rull, una increíble cueva dónde poder ver grandes estalactitas y estalagmitas que aún hoy siguen en formación. Subimos hasta este punto caminando por la carretera que la une al pueblo. Como curiosidad te contamos que la cueva debe su nombre al cazador que la descubrió por casualidad en 1919, apodado "tío Rull".
Concluida la visita, continuamos caminando hasta una zona llamada Els Tolls, donde hay unas piscinas naturales que impiden la filtración del agua debido a la escasa porosidad de la roca. Lamentablemente la mayoría estaban secas en la época del año en la que acudimos, pero pudimos apreciar igualmente las curiosas formas causadas por la erosión de la roca.
Para comer, la mejor idea es acudir al Restaurante El Jabalí, en el vecino pueblo de Benialí. Allí cocinan de manera exquisita el animal que da nombre al local. Ya te puedes imaginar que sales de allí bastante lleno, así que, de regreso a Vall de Ebo, es perfecto hacer alguna parada con el coche en alguno de los numerosos miradores, como el del Xap, que proporcionan unas panorámicas magníficas del valle.
En dirección al este desde Vall de Ebo hay varios senderos que discurren en paralelo al río Ebo. Allí pudimos disfrutar de la frondosa vegetación de la zona, así como de algunas fuentes como la Font d'en Gili, donde corría agua fresquísima, que nos ayudo a soportar las altas temperaturas del verano.
Para los amantes del ciclismo de carretera, esta zona es también ideal para hacer una ruta entre Pego, la Vall de Ebo y el Mirador del Xap. Te encontrarás algunas rampas de hasta el 16% de desnivel, pero lo podrás compensar comiendo un buen guiso de jabalí al final del recorrido.
Sin duda, tenemos suerte de vivir en una zona tan rica en cultura, naturaleza y gastronomía, y desde aquí nos gustaría reivindicar el turismo de interior en la Comunidad Valenciana, posiblemente más conocida por sus playas, pero que puede ofrecer al visitante opciones para todos los gustos.
En el siguiente mapa te mostramos los puntos más importantes que hemos ido describiendo en este recorrido por los 8 de los mejores destinos rurales de la Comunidad Valenciana:
ARTÍCULOS RELACIONADOS en Girando la Brújula:
Y si quieres un poco más de información sobre el tema, te recomendamos visitar el blog de quehoteles.com.
Además, por ser lector de Girando la Brújula, cuentas con un 5% de descuento en la reserva de tu hotel con el siguiente código:
GIRANDOLABRUJULA5QH
Comments